Templo de Eros

Encuentro con el cuerpo y sus símbolos


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¿Tinder o Instagram? Así es ligar en la era de los móviles y las apps – Ivar Muñoz Rojas

Muchos han cambiado las discotecas por los medios digitales a la hora de flirtear. En España, en 2017 se hiceron 10.000 millones de ‘swipes’ en Tinder. Solteros de todas las edades usan las apps y webs de relaciones, aunque los más jóvenes prefieren ligar por Instagram

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Así será nuestro futuro sexual con los robots – Nuño Domínguez

Un informe explora el incipiente mercado del sexo con máquinas, sobre el que apenas hay datos fiables

Un grupo de expertos en robótica acaba de hacer público un serio problema. Entre la ingente literatura científica sobre el asunto y los informes de grandes organizaciones, no han encontrado datos sobre el sexo entre humanos y máquinas.

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Sexo cibernético. Fabricar a tu amante perfecto – Celia Blanco

El sexo con androides está más cerca de lo que crees.

En 2050, si llego, cumpliré setenta y ocho años. Seré una señora mayor, imagino que con el pelo blanco y un montón de arrugas. No tengo ni idea de si viviré en pareja, con el carácter que tengo no descartemos melodramas, pero lo que sí sé es que a esa edad, de uno u otro modo, me gustará tener sexo. Decidiendo todo, obvio. Pero, conociéndome, seguro que quiero tener sexo. La descarga de endorfinas no me las ahorro por nada del mundo, así que, aunque esté más sola que la una querré sexo. Sexo bueno. A esa edad habré llegado después de, espero, experimentar en la cama todo cuanto me haya dado la gana. En número de amantes, coreografía y lugares, tres de las bases de cualquier fantasía sexual que se precie. Si ya tengo amantes de mano favoritos (Lucas, te amo), es normal que, para entonces, sea capaz de diseñar a mi amante perfecto.

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Rumania, capital global del porno-chat – María R. Sahuquillo

porno show en rumania

La precariedad laboral y el buen nivel de inglés convierten al país balcánico en un exportador de ‘strippers’ en Internet

Son las nueve de la noche de un domingo y Sandra Diamond está acabando de retocarse. Labios de un rouge furioso. Body de encaje negro y ligueros bajo la bata de satén. Lista para empezar su jornada laboral frente a la webcam. Diamond, alta, espigada, estilosa, se define como modelo; aunque en la jerga de la industria del sexo es una camgirl. Pasará las próximas ocho horas interactuando desde Bucarest con clientes de Estados Unidos, Australia o Canadá. Miembros de una plataforma digital de espectáculos de sexo en vivo que pagan un mínimo de 3,99 dólares (3,25 euros) por un minuto en una cibersala privada con mujeres como Sandra Diamond. Sigue leyendo